viernes, septiembre 12, 2008

Mi verdadero placer

Una vez les pregunte a mis alumnos para ellos que era el placer, muchos se sonrieron y se cruzaron miradas maliciosas.
Justamente acabábamos de hablar acerca de lo importante del desarrollo del conocimiento, y les decía que para llegar a él era necesario leer, para poder desarrollar sistemas de pensamientos propios que ayuden a construirse de forma individual.
Les hablaba de que el placer no sólo era le que se adquiría con sexo, que hasta beber agua causaba ciertos placeres en el ser humano, quien es todo placer por cada poro que lo compone. Y que para estudiar y leer había que hacerlo por placer y no por obligación.
En mi caso leo por placer, es uno de los más grandes para mi, poder desconectarme y unirme a otras ideas, otros mundos comprender otras situaciones y aprender de eso, que es lo más satisfactorio.
Pensando en eso, siempre que me preguntaban cuando fue que empecé a leer respondo que a los 18 con El Padrino, de Mario Puzo, y no manifestaba mi costumbre de leer revistas “banales”, que fue una costumbre que adquirí desde inicios de mi adolescencia, pero sin saber estaba cultivando un hábito que más adelante reforzaría muchas carencias.
Hace 5 meses recordé que mi padre no me dejaba salir a jugar en semana, y algunos fines de semana, y que en esos periodos de encierro y asomado en la ventana para ver a quien veía en la calle, mi amigo del frente o de la casa de al lado, me refugiaba detrás de las cortinas y terminaba con Juan Salvador Gaviota de Richard Bach o Un Capitán de 15 años de Julio Verne, y me di cuenta que esa costumbre ya venía desde hace más tiempo.
Actualmente estoy trabajando comprensión de lectura con todos los grados en los doy clases (de 5º a 9º), puesto que es alarmante el ver estudiantes, hasta de universidades… que digo estudiantes, profesionales, que no entienden un pito de lo que leen y cuya construcciones de pensamiento son realmente alarmantes, no saber ni expresar lo que desean.
Escogí trabajar con la Biblia porque es el único libro al que más fácil pueden acceder, y así me evito las excusas de que no consiguieron el libro, o que no tienen dinero para comprarlo (porque realmente es una comunidad campesina de padres analfabetas en su mayoría). Fue así como recordé que realmente ese fue el primer libro que me leí, con gran devoción al principio siguiendo la historia del pueblo Hebrero a través de sus penurias por la búsqueda de la Tierra Prometida a Abraham, y con menos fuerza cuando llegué a los Salmos del Rey David.
Leer me ha proporcionado con lo que no me proporcionó en mayor medida la universidad y el colegio, un interés por el conocimiento, y puedo decir con plena consciencia que he aprendido más leyendo que lo que aprendí en los años de academia, que sin desmeritar mi carrera Universitaria y lo que me aportó, en su gran mayoría lo único que tienen es un cartón certificado.
El placer de leer ayuda a la evolución del lenguaje, el único que es capaz de permitirle al ser humano a comprender hasta lo abstracto, un lenguaje pobre impide ver más allá de las abstracciones.
Realmente soy un maniaco de la lectura. Acabo un libro y ya hay otro esperando, no importa el género, ni la temática, ni clasificación alguna, es la necesidad del conocimiento lo que me motiva a leer sin miramientos ni elitismo, la necesidad de conocer para no prejuzgar.
Hay que permitirse como humanos comprender al otro y entenderlo desde su bagaje cultural, intelectual y social. Hay que dejarse crecer sin señalar ni prejuzgar, hay que dejar que la mente se alimente.
Quiero acabar con una frase de la diadema de Rowena Ravenclaw: En un conocimiento sin límites está la grandeza del hombre.