El pasado martes 10 de octubre en horas de la noche armé por fin mi primer porro, no fue la gran cosa, fue un porro ‘picha de perro’ como dirían por acá, pero lo importante fue que lo armé.
Y no me importa que me caigan los ortodoxos, pero lo armé en papel de Biblia, eran unos fragmentos del Apocalipsis que estaban rasgados y corté lo sumamente necesario y salió del tamaño de mi dedo índice, unos 10 centímetros más o menos, pero llegué hasta un poquito más allá de la mitad, tan poco soy tan pue´ca o burro.
Me encontraba sólo en el cuarto, con quien comparto habitación no había ido hace una semana por cuestiones laborales, así que aproveché la oportunidad y lo envolví y con las luces apagadas la Llama de Angieth se encendió en Nurtanmalondë, ya estaba cansado de la monoplónica (bala).
Después de encender la llama empecé con un nuevo libro, Santuario de William Faulkner (este tipo está reloco, tiene unas conexiones bien raras en la narrativa), el cual seguí obedientemente hasta que el sueño ya no me lo permitió.

El rollo con este libro fue que me lo encontré en la basura de mi casa, Rían, mi madre, había mandado a desocupar el cuarto de San Alejo y cayeron muchas cosas importantes para mi, basura para ella, y entre esas estaba el texto antes mencionado.
Faulkner fue Nobel en 1949 y al parecer influyó en autores como Gabriel García Márquez, el cual no me gusta de a mucho.

* Ayer viernes 13 de octubre se cumplieron 669 años del fátidico Viernes 13 (que también fue de octubre), el viernes de terror en el que el Papa Clemente V y el Rey Felipe IV ordenaron el arresto y la muerte de la Orden del Temple.

Una Pipa en su nombre.