Por otro lado quisiera hablar un poco de lo que fue mi ‘Despedida de Soltero’, me fui con mis mejores amigos, con los que comparto el día a día desde que aprendimos a tener amigos, para un municipio costero llamado ‘Puerto Escondido’ (que en mi lengua yo llamo Nurtamnalondë) allá se realizó en esa fecha (21 al 24 de Junio) en donde hacen el Festival del Bullerengue.
Y fue Bullerengue lo escuché todo ese fin de semana. Descubrí otra cara de Colombia, que sabía que existía pero no era consiente de que tan fuerte era. Ver un grueso número de la cultura Afro colombiana exponiendo su música, cantos al ritmo del tambor desde tiempos inmemoriales, bulla rítmica traída desde África y conservada en las costas y pequeños palenques por esos herederos del ritmo.
Descubrí en el Festival y en el Bullerengue en sí, la esencia de los cantos negros y en el tambor el sonido de la Tierra y el Mar.
Tuve el placer de ver cantar nuevamente a Totó La Momposina, Etelvina Maldonado, Diana Hernández y otras bullerengueras y bullerengueros que con sus cantos simples y comunicativos transmiten esa cultura que los mantiene vivos y no los ha dejado fundirse hasta desaparecer.
Además de la parte cultural también estuve en un ciclo de limpieza espiritual, entregado a la Madre Tierra, preparándome y aclarando mi mente, ordenándome para la nueva etapa a la que me iba a enfrentar, y al vientre de la Madre me volví y me entregué. Horas en el mar, de camino por la tierra a pie descalzo y de baños en volcanes de lodo, un fin de semana lejos de la realidad e inmerso en mis pensamientos.
Contra lo que muchos pensaron mi despedida de soltero más que una bacanal y una fiesta desenfrenada fue una reiteración de mi ser interno lejos de la sociedad en contacto con el mundo aún virgen.
Desnudo en el aire,
ahogado en el silencio
maravillado al contemplarte.
Dentro de mi ser,
interno en la Madre
Limpiado por ella.
A tu amor sin mancha llegaré,
después del exilio renovador
al que me interné ahogando las huellas del pasado.
En una tierra oculta,
donde aún baila el espíritu vivo de la Hacedora.
En un espacio limítrofe,
Entre el anhelo y el polo a tierra,
mostrando la belleza de ambas opciones,
tan juntas que la una domina los pies la otra.
Es en ella donde abandono las fuerzas del conciente,
Es un sopor continuo que me lleva sin guía, sólo con el disco.
Su poder seduce y expulsa,
El interior brota por cada poro del débil conciente,
que desconoce los grandes lazos que amarra el submundo.
Hasta al escribir siento que abandono mi autonomía.
Una vez permites sentirte,
la dificultad de abandonarse a tus pensamientos progresa.