Soñé que despertaba de un sueño, y al hacerlo me encontré con que los últimos cuatro meses a partir de entonces no habían sucedido, todos los había vivido mientras dormía.
Me llené de angustia, mi trabajo, todo lo que había comprado, lo que había construido, leído, cada uno de mis actos, viajes y experiencias no habían sucedido.
La locura me embargó, no era posible vivir cuatro meses y hacerlos posibles mientras dormías, que parte de mi vida se fuera en un sueño, en una ilusión.
Luego me ganó el misticismo y como era conciente de muchas cosas que para mí habían pasado, y al parecer en ese instante aún no habían sucedido, decidí advertirlas, pero nunca pude salir de mi casa a hacerlo.
Me encerré en mi cuarto y comencé a ver en medio de mi desorden detalles de los cuatro falsos meses de vida, detalles que estaban ahí escondidos pero buscando que los viera, Árbol y Hoja de Tolkien, mi bicicleta Eärramë, un escrito personal, La Hora de Las Brujas de Anne Rice, Christine de Stephen King, un pebetero de barro y me detuve a, ahora no entendía nada… Sin abrir los ojos tomé conciencia de mi realidad, y moviendo lentamente mis manos palpé la tela de la hamaca en la que estaba durmiendo y mi conciente me ubicó, estaba en Nurtamnalondë y los cuatro meses perdidos sí habían sido reales, todo era un sueño. Volvía a dormir más tranquilo.
22 de marzo de 2007.
Valinorë
Al otro lado del mar, lejos en el Oeste se encuentra un sitio donde las flores no se marchitan y la música es eterna en le viento, la Tierra de Aman, también conocida como Valinor, Tierras Imperecederas, las Tierras de Aquende, los Territorios Inmortales, Eldamar o Eärello, entre otros muchos nombres.
Grande se eleva en el cielo el Taniquetil, la montaña más alta de Arda, el mundo a donde pertenecen todas las cosas, en su cima habita el señor de los Ainur (vástagos del pensamiento del gran Dios Eru Ilúvatar) y desde ahí vigila la Tierra Media.
El acceso a Valinor cada vez es más complicado, puesto que por la maldad fue apartado de la vista de los mortales y de los seres malignos vasallos de Melkor, el vala de la oscuridad, escondido del mundo convirtiéndose en una tierra de anhelos.
Es aquí donde viven los Valar y los Maiar, dioses grandes y menores de la Tierra Media, en compañía de los inmortales elfos que se acogieron a la gracia, cansados de la mortalidad de la Tierra Media, además de muchas criaturas obra de la creación de los Ainur.
Además del Taniquetil se encuentran los Jardines de Lorien, o jardines del Sueño; las estancias de Mandos, lóbregas y diseñadas para servir de transición a los muertos; Valimar, la ciudad de los valar y Tirion en la montaña de Tuna, en donde viven los elfos Noldor que no se exiliaron.
Son pocos los caminos para ir allá, uno es atravesando el mar Belegaer, encontrando el camino recto hacia Tol Eressëa; otro a través de la muerte y el único por el que pueden entrar los hombres es a través de los sueños, pero sólo los niños, quienes en las noches encuentren el Olórë Mallë, el Camino de lo Sueños.
Junto al mar está Aqualondë, el Puerto de los Cisnes, lleno de hermosos barcos blancos que se hacen a la mar halados por la fuerza de las aves blancas que le dieron su nombre a la ciudad y entre las islas encantadas se encuentra Tol Eressëa, la Isla Solitaria, refugio de exiliados en busca de la paz abandonada.
Valinor en el oeste refugio de los corazones cansados y deseo de quienes son embargados por la nostalgia de la beatitud.
Me llené de angustia, mi trabajo, todo lo que había comprado, lo que había construido, leído, cada uno de mis actos, viajes y experiencias no habían sucedido.
La locura me embargó, no era posible vivir cuatro meses y hacerlos posibles mientras dormías, que parte de mi vida se fuera en un sueño, en una ilusión.
Luego me ganó el misticismo y como era conciente de muchas cosas que para mí habían pasado, y al parecer en ese instante aún no habían sucedido, decidí advertirlas, pero nunca pude salir de mi casa a hacerlo.
Me encerré en mi cuarto y comencé a ver en medio de mi desorden detalles de los cuatro falsos meses de vida, detalles que estaban ahí escondidos pero buscando que los viera, Árbol y Hoja de Tolkien, mi bicicleta Eärramë, un escrito personal, La Hora de Las Brujas de Anne Rice, Christine de Stephen King, un pebetero de barro y me detuve a, ahora no entendía nada… Sin abrir los ojos tomé conciencia de mi realidad, y moviendo lentamente mis manos palpé la tela de la hamaca en la que estaba durmiendo y mi conciente me ubicó, estaba en Nurtamnalondë y los cuatro meses perdidos sí habían sido reales, todo era un sueño. Volvía a dormir más tranquilo.
22 de marzo de 2007.
Valinorë
Al otro lado del mar, lejos en el Oeste se encuentra un sitio donde las flores no se marchitan y la música es eterna en le viento, la Tierra de Aman, también conocida como Valinor, Tierras Imperecederas, las Tierras de Aquende, los Territorios Inmortales, Eldamar o Eärello, entre otros muchos nombres.
Grande se eleva en el cielo el Taniquetil, la montaña más alta de Arda, el mundo a donde pertenecen todas las cosas, en su cima habita el señor de los Ainur (vástagos del pensamiento del gran Dios Eru Ilúvatar) y desde ahí vigila la Tierra Media.
El acceso a Valinor cada vez es más complicado, puesto que por la maldad fue apartado de la vista de los mortales y de los seres malignos vasallos de Melkor, el vala de la oscuridad, escondido del mundo convirtiéndose en una tierra de anhelos.
Es aquí donde viven los Valar y los Maiar, dioses grandes y menores de la Tierra Media, en compañía de los inmortales elfos que se acogieron a la gracia, cansados de la mortalidad de la Tierra Media, además de muchas criaturas obra de la creación de los Ainur.
Además del Taniquetil se encuentran los Jardines de Lorien, o jardines del Sueño; las estancias de Mandos, lóbregas y diseñadas para servir de transición a los muertos; Valimar, la ciudad de los valar y Tirion en la montaña de Tuna, en donde viven los elfos Noldor que no se exiliaron.
Son pocos los caminos para ir allá, uno es atravesando el mar Belegaer, encontrando el camino recto hacia Tol Eressëa; otro a través de la muerte y el único por el que pueden entrar los hombres es a través de los sueños, pero sólo los niños, quienes en las noches encuentren el Olórë Mallë, el Camino de lo Sueños.
Junto al mar está Aqualondë, el Puerto de los Cisnes, lleno de hermosos barcos blancos que se hacen a la mar halados por la fuerza de las aves blancas que le dieron su nombre a la ciudad y entre las islas encantadas se encuentra Tol Eressëa, la Isla Solitaria, refugio de exiliados en busca de la paz abandonada.
Valinor en el oeste refugio de los corazones cansados y deseo de quienes son embargados por la nostalgia de la beatitud.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario