sábado, noviembre 29, 2008

Quiero dejar de ser tan güevón,
dejar de preocuparme tanto por los otros,
dejar de pensar tanto en lo que voy a decir
sólo porque no quiero lastimar a anadie.
Quiero dejar de querer que las cosas siempre me salgan bien,
de tratar de no fallarle a nadie,
de ser siempre responsable.
Quiero dejar de preocuparme por ser perfecto,
que no me importe si a los otros les parece bien o no.
Estoy cansado de tratar siempre de hacer lo debido,
al final no se valora y se pierde el tiempo.

Quiero dejar de pensar en cosas ideales,
permitirme lo que nunca me he permitido,
actuar como el más alto porcentaje de los hombres comunes actúa:
Hacer gala y uso de mi supremacía como hombre,
mentir por sobre todas las cosas para obtener sexo con cualquier mujer que me guste,
llenarme de frases cliché para parecer interesante,
mostrarme como me convenga mostrarme
siempre y cuando sea para mi beneficio,
y no preocuparme por la coherencia ni posturas ideológicas;
beber y emborracharme con libertad y sin sentimiento de culpa,
porque el hombre macho es el que bebe y además
exige a su mujer que atienda al hombre como es debido,
sólo por ser su mujer.
Luego me convertiría en el mentiroso número uno para ‘tramarlas’,
ser un tirano que le coarte los derechos y la asesine social y moralmente;
no le permitiría salir ni mirar a nadie,
aunque yo como hombre tenga derecho a engrosar mi harem.

Aunque me aterre ser alguien que no desee
porque solamente quiero dejar que no me afecte tanto el tratar de estar bien
para que los demás estén bien conmigo,
simplemente quiero ser otro para que no me jodan tanto la vida.





En memoria de lo anterior El Silencio pesa
Callan las voces, caen los pensamientos.
Se vuela libre, se aliviana el alma.
Olvido el mundo, mi fantasía me absorbe.
Cierro la puerta que me atormenta con recuerdos.

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