Ahora que estuve de paseo por el norte me doy cuenta que en Ondolindë donde yo vivo parece una pequeña comarca, un buen río atraviesa la población. Es una sociedad muy agrícola, en donde aún se puede disfrutar de una buena cerveza y fumarse una buena pipa recordando viejas historias que han pasado de generación en generación y en donde la tranquilidad aún es un regalo precioso.
Aún hay personas que quieren abandonar sus lugares de vivienda para no enfrentarse a la realidad de la vida, pero al igual que los Sancovilla-Bolson, hay personas que les gusta intrigar, y son envidiosas, que por ansias de poder o el simple acto de la envidia atacan y destruyen.
Es ahí en donde mi pequeña comarca deja de ser un sitio apacible, es donde aún espero que llegue el día de una revolución y ese tipo de elementos sociales sean arrojados fuera de Ondolindë, pero también pienso que es mejor dejarlos, le quitaría gracia a un pueblo que es divertido solo por su variedad.
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