A veces la tristeza invade nuestra alma y no sabemos como actuar frente a ella. Hace rato no caminaba por el sur de Gondor, no había visto la gran bahía que hay detrás de la montaña ni los valles que se extienden entre esta y el gran río largo, no había hecho esto desde que había regresado de Valinor.
Muchas veces dejamos cosas detrás y no nos detenemos a mirarlas, a observarlas y recordar que existen, porque nos enfrascamos en luchas por supervivencia, que olvidamos esas cosas lindas que están ahí, pero por enfrascarnos en nuevas cosas las dejamos de lado.
Esta semana he querido tomar mi caballo y cabalgar hacia el norte, en donde aún existe un poco de magia que los hombres han olvidado en el sur, pasar nuevamente por los bosques y montañas, atravesar cuevas enanas hasta llegar a un país pacífico, en donde la dificultad del día se limite a fumarse una buena pipa y a tomar cerveza, en donde las armas estén dispuestas en el museo de las cosas inservibles, en donde aún la leyenda se viven en las mentes y no sólo sean las glorias de antaño.
Muchas veces dejamos cosas detrás y no nos detenemos a mirarlas, a observarlas y recordar que existen, porque nos enfrascamos en luchas por supervivencia, que olvidamos esas cosas lindas que están ahí, pero por enfrascarnos en nuevas cosas las dejamos de lado.
Esta semana he querido tomar mi caballo y cabalgar hacia el norte, en donde aún existe un poco de magia que los hombres han olvidado en el sur, pasar nuevamente por los bosques y montañas, atravesar cuevas enanas hasta llegar a un país pacífico, en donde la dificultad del día se limite a fumarse una buena pipa y a tomar cerveza, en donde las armas estén dispuestas en el museo de las cosas inservibles, en donde aún la leyenda se viven en las mentes y no sólo sean las glorias de antaño.
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