Pocas veces, pero muy pocas, he visto a los Reyes Magos llegar al sitio del nacimiento. Pasa Navidad y la atención sobre el asunto decae, sostenido únicamente por la espera de la fiesta de fin de año, pero después de enfrentarse al 2 de enero los ánimos comienzan a disminuir frenéticamente y los adornos navideños, entre ellos el pesebre, generalmente nunca sobreviven al Puente de Reyes, el cual pasa sin pena ni gloria, más allá de ser un Puente Festivo que no es fijo y que se corre dependiendo de las conveniencias laborales que reclaman lo suyo.
Llegar por una sola noche y al día siguiente ser recogidos tampoco debe ser gratificante para los Reyes Magos, en caso tal que hayan contado con la suerte de llegar hasta el lugar en donde estaba el niño, después de ser colocados en el pesebre desde antes del nacimiento y de la aparición de la estrella que los guía. Estatuas móviles que esperan des principios de diciembre y nunca alcanzan a llegar, generalmente.
Deberíamos también representar en el pesebre el día de los inocentes, y el 28 de diciembre llenar el pesebre de soldados y guerreros y de cuerpitos de bebés bañados en sangre y mutilados, para que no se nos olvide a costa de quienes echamos mentiras ese día.
Por mi parte creo que no haré pesebres por ahora, no creo que esté tan pendiente de los personajes ni de la historia. Me concentro más en las fiestas que en la tradición, por lo que se que siempre se me olvidará poner el niño, hacer llegar a los reyes magos y hasta representar la escena de la matanza de los niños.
Por lo pronto esperaré ansioso del Puente de Reyes para irme a mi cita con el mar. Felicidades a todos lo que pasen por aquí.
1 comentario:
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